sábado, 4 de diciembre de 2010

NARRACION FICTICIA

CONFLICTOS ENTRE CATRINES  Y HUARACHUDOS


A mediados del siglo XIX, para ser más exactos en 1854, en el país de la Nopalera que más que país era un pueblo grande grande, donde la mayoría de sus pobladores eran gente muy pobre, sin educación, familias numerosas, vivían atemorizados por sus gobernantes, “los catrines”, la gente adinerada, quienes los tenían viviendo en condiciones miserables y ¡ay!  De aquellos que mostraran la más mínima inconformidad. Por otro lado,  los sacerdotes martirizándolos constantemente con la amenaza  de que no debían siquiera tener malos pensamientos, ya que de ser así, se irían al infierno y ¡claro! Que nadie quería eso, y todo aquel pese a todas esas advertencias se rebelara, estaban los gavilanes;  gente desalmada que hacía cualquier cosa que el catrín mayor le ordenara: Felipe de Ana y Cuitzeo, quien era el jefe de jefes en La Nopalera.

Poco tiempo después, meses ni siquiera años, llega una bola de bandoleros de “Cactuslandia”  con intensión de cobrar la deuda, que la Nopalera tenía con esos guachos,  por lo que  Felipito, se vio obligado a negociar;  comentó: les  doy unas tierritas de por sus rumbos a cambio de la deuda, ¡y hay quedamos! ¿No?
Y como que no queriendo la cosa, en lugar de hacer la  guerra,  los de Cactuslandia, colmilludos pues aceptaron el trato, al final de cuentas los nativos que no eran ni de aquí ni de allá, ya habían empezado su alboroto y al Felipillo al final de día le convenía, se libraba de la revuelta y pagaba, quedaba como el héroe, porque sin balas lograba la paz.

Pero la mayoría de los  pobladores de la Nopalera no vieron con buenos ojos, la acción del Felipillo ese, cosa que  ni el sueño le quitaba, por contario decía que esos de la Nopalera no sabían nada de Business; Lo que el no se imaginaba es que algunos Huarachudos, ya se estaban organizando, para el ajuste de cuentas, porque ellos creían que pues el había traicionado a toda la Nopalera, por aquello de que se corría el rumor que hasta compadre era de uno,  que otro,  de esos de Cactuslandia.

Los Huarachudos, con ideas Francesas de igualdad, equidad, que según eran  los pobres, peleando por una buena causa social, se revelaron y un día, después de tanta amenaza se armaron de valor, e iniciaron su revuelta; lo que molesto a  Felipe de Ana y Cuitzeo,  y por tanto comentó: “Esos Huarachudos, no saben nada, si lo que querían era el puesto, pues se los doy” Mientras tanto el resto de los Catrines indignados por lo que Felipe decidió; que le piden cuentas, y le exigen su dinero, el consternado lo entrega, para no tener problemas con esos, ni con los gavilanes, finalmente Felipe de Ana y Cuitzeo, logro quedar bien con todos.

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